domingo, 15 de marzo de 2009

N-upla (Nueva ambientación para la ciencia ficción)



Un colaborador del blog ha tenido una idea sobre un mundo de ciencia ficción enrevesadamente friki y nos ha parecido interesante publicar una introducción para ver qué opinan nuestros lectores.


El sol ya se ponía bañando la ciudad en anaranjadas tonalidades. Las carreteras comenzaban a llenarse de coches, probablemente dirigidos por miles de ciudadanos que acababan la jornada laboral.El parque, prácticamente vacío, albergaba ya a unos pocos niños que correteaban con aspecto cansado, indicio de las largas horas de la tarde que habían consumido en los columpios.
-¡Jackie! Despídete nos vamos a casa.
Un hombre de mediana edad se acerca lentamente a los columpios con un libro recién cerrado en su mano derecha. Pese a su aspecto juvenil los pequeños recovecos de canas que ahora lucían carmesí debido a los rayos del atardecer delataban su madurez. Su estatura más bien alta hacía perfecta consonancia con sus enormes manos y pies. Vestía ropa de ejecutivo portando la chaqueta perfectamente doblada en su brazo libre. Su camisa celeste parecía arrugada y estaba completamente remangada por lo que debía de haber salido del trabajo hace pocas horas.
-Papá hoy he conocido a una niña nueva del parque.
De los columpios apareció un niño de unos ocho o nueve años con el pelo rubio ceniza y los ojos marrones de un tamaño considerable. Vestía con unos pantalones hasta las rodillas y una camiseta tribal. Los desgarros en sus codos y piernas eran evidentes. Al llegar a donde su padre le había llamado le agarró de la mano donde colgaba la chaqueta y prosiguió su anécdota con un tono de voz mas bajo.

-Se llama Ann. dijo el niño.
El padre contestó con una cálida sonrisa. -Tan pequeño y ya tienes ligues por todos lados.. como tu padre de joven.Padre e hijo rieron.
-Bueno Jackie mamá espera con la cena y no conviene hacerla enfadar.


Tras estas palabras ambos comenzaron a caminar calle arriba viendo pasar los coches y los comercios ya cerrados. Quince minutos de marcha mas tarde por aquella avenida tan larga que no parecía tener fin torcieron a la derecha por un escueto callejón sin salida enladrillado con algún gato callejero y dos o tres bolsas de basura apiladas. Al llegar al aparente muro final del callejón Jackie apretó ligeramente la mano de su padre el cual comenzó a subir unas escaleras completamente invisibles, al menos para las personas de a pie. Tanto el padre como el hijo parecían saber donde pisaban. Y así fue. Bajo sus pies se elevaban unas escaleras de caracol de un metal parecido al hierro las cuales terminaban bastantes metros por encima del edificio mas alto de ese callejón sobre el cual se alzaba un plano metropolitano como si existiese una segunda ciudad igual de grande o incluso mas que la que se sostenía sobre el suelo tridimensional.


-papá ¿por que los otros niños no pueden subir a casa? Dice el niño con cara de preocupación. -Ya hemos hablado de esto Jack. El padre se agacha para poder mirar a los ojos a su hijo.

-Los otros niños no pueden ver el sitio en el que vivimos. Su cuerpo no es capaz de percibirlo. -Pero no es justo! Exclama Jack.

-Jack hemos nacido con un don, podemos ver mas allá de lo ancho lo alto y lo profundo. Lo que no sería justo es que no lo aprovechásemos, no crees?

Después de la breve charla prosiguieron su camino por las peculiares calles de aquella ciudad tan particular. Los edificios no se alzaban en dirección al cielo como es cotidiano. Estas construcciones flotantes en el aire tenían orientación especular como si los habitantes de ese lugar pudiesen cambiar de plano dimensional a placer. Las calles estaban asfaltadas y los coches no eran muy diferentes de los de abajo con la salvedad de que también podían campar a sus anchas en horizontal y vertical como si la gravedad no fuese obstáculo. Las calles estaban plagadas de gente caminando en todas las direcciones pese a la hora que era, al parecer tampoco distinguían entre la hora de trabajar y la hora de descansar. El mismo Sol bañaba ambos mundos pues aun existía el reflejo carmesí en las canas de aquel hombre el cual parecía haber llegado a su destino. El edificio donde vivían parecía completamente normal salvo por los once pisos que también se alzaban bajo la planta baja orientados hacia el suelo. Otra peculiaridad es que no existía ningún tipo de puerta aparente por el que acceder al interior.

-Tu madre tiene que estar echando chispas. Tras decir esto el hombre tiró de la mano de Jackie y subió por la pared colocando su cuerpo en posición horizontal y comenzó a caminar sin dificultad alguna escalando pisos hasta el séptimo. Ni la ropa ni el pelo de ninguno de los dos parecían atraídos por la gravedad, es más, daba la sensación de que existía un eje de gravedad con centro en el horizonte que les impedía caerse de la pared. El hombre sacó del bolsillo derecho de su pantalón una llave completamente normal con la que abrió la ventana mas oriental del séptimo piso por la cual accedió a su domicilio dentro del cual tanto él como el chico volvieron al plano vertical.
-Llegáis tarde!Una mujer de la misma edad aparente que el hombre. Con el pelo tan rubio como el niño y ataviada con un delantal grita desde el fondo del pasillo dedicando una mirada asesina a su marido.
-Nos hemos entretenido cariño. lo siento. El hombre se sienta sin rechistar en la mesa del comedor la cual tenia encima una suculenta cena no muy diferente de una cena cualquiera.
-Jackie ve a lavarte! estás hecho un andrajo. exclamaba la mujer.
El niño, callado, desaparece por el pasillo principal. La casa parecía completamente normal. Tenía diversas habitaciones, incluido cocina y baño, todas ellas en el mismo plano de una casa normal. La única salvedad es que no parecían existir dormitorios de ningún tipo. Solo había salas de estar, despachos y salas varias.

Después de lavarse el niño volvió al comedor con sus padres donde cenaron todos en familia sin incidencias.

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